Ausencia y llanto
Mañana se cumple un mes de tu partida, un mes donde ha habido tanta oscuridad en mi vida y tristeza que jamás me imagine que el perderte fuera a ser tan fuerte que me desgarrara por dentro el corazón y no dejara de llorar por que Dios te llamo ante él.
No quise escribir antes de este dolor intenso que siento, y que sé que tus amigos también lo tienen, me haces tanta falta por que con tu corta edad tenías las palabras perfectas para motivarme y recordarme que era buena persona.
Entiendo que los designios de Dios son por algo y que tu vida tenía que llegar hasta ese momento, no podía ser más largo pero me duele y cada vez que te recuerdo lloro.
Por qué es inevitable cada vez que abro la puerta de mi casa verte caminar por la calle con una botella de champan para festejar mi cumpleaños; por qué es inevitable recordar tu preocupación por que no iba a terminar la especial al borde de que te ofreciste a ayudarme.
Siempre tenías la palabra correcta de aliento, siempre tenías la palabra perfecta para hacerme reír.
Me dejaste la tarea más difícil que es consolar a tu mejor amigo, no sé como ayudarlo sin embargo aquí estoy al pie del cañón.
Se que mi egoísmo es el que me hace llorar y el que pide que estés aquí, pero mi parte racional es la que me frena y me recuerda que algún día no muy lejano nos volveremos a encontrar.
Recorde que tú fé en mi era que terminará la especialidad y es lo que me tiene motivada para hacerlo.
Gracias por todo lo que me enseñaste Luis, fuiste un gran amigo, un excelente alumno y eres un gran ángel.
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